Pasaste a la otra orilla roto,
herido, insultado, latigado, torturado, crucificado, demacrado, desfigurado,
humillado… Encomendaste tu alma al Padre, perdonaste
a todos los que habían tenido parte en esto y te dejaste en manos del Padre.
Y pasaste a la otra orilla con las heridas y sufrimientos de la humanidad: miedos, traiciones, pérdidas, poder
corrupto, dinero negro, celos, envidias, luchas de poder, ego malsano…
En la otra orilla Dios Padre te RESUCITÓ. No sabemos cómo, pero allí
apareciste TÚ resplandeciente, con cara apacible. Nos llamaste a cada uno por nuestro
nombre como solías hacer, con cariño y cercanía. SÍ, te vimos y nos quedamos
como estatuas (por un lado la vergüenza
de NO haber podido hacer nada nos paralizaba, por otro el temor que sentíamos al verte ahora, allí, delante de nosotros).
Comenzaste a hablar como solías hacer y nos ganaste, otra vez. Creíamos que
nunca más nos pondríamos a tu alrededor a escucharte, a conversar como hacen
los amigos, a… Y se nos regaló estar contigo como ya lo habíamos hecho, pero de
manera nueva. ¡Estábamos tan PERPLEJOS! ¡Estábamos tan CONTENTOS!
No salió de tu boca queja ninguna, NO nos llamaste traidores ni miedosos ni flojos ni cobardes ni hipócritas…
Nos envolviste en ese abrazo mágico
que puso todas nuestras partes rotas en su sitio (esto me resucitó), como el
Padre había hecho contigo. Y nos dijiste: “DEJAD IR… SOLTAR… y VIVIRÉIS”. Y,
entonces, con lágrimas de emoción y alegría en los ojos, comprendí que:
· TÚ DEJASTE IR a quienes te prendieron.
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TÚ DEJASTE IR a quienes te latigaron.
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TÚ DEJASTE IR a quienes te insultaron.
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TÚ DEJASTE IR a quienes te juzgaron.
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TÚ DEJASTE IR a quienes te crucificaron.
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TÚ DEJASTE IR a quienes te entregaron.
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TÚ DEJASTE IR a quienes te traicionaron.
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TÚ DEJASTE IR a quienes te…
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JESÚS, mi hermano de camino, DEJASTE IR…
Se nos apareció sin un ápice de IRA, de RABIA, de SED de VENGANZA, de
ENFADO, de DERROTA, de FRACASO, de… Hubo en ese encuentro palabras y gestos de
cariño, hubo risas y abrazos sentidos como el que vivió MARÍA,
su MADRE (que no podía contener el llanto de alegría). Y allí, en ese encuentro, contemplando a mi amigo y
hermano Jesús empecé a DEJAR IR…
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DEJE IR la vergüenza y el temor.
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DEJE IR la ira y la rabia.
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DEJE IR el enfado y la sed de venganza.
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DEJE IR los insultos y las peleas.
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DEJE IR las luchas de poder y la competitividad.
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DEJE IR la heridas del pasado y…
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DEJE IR…