El Reino de Dios
es como un
tesoro escondido
en el campo
(Mt. 13, 44)
Echart Tolle,
representante de la línea de espiritualidad transpersonal introduce su obra El
poder del ahora con la siguiente parábola:
Un mendigo había estado sentado a la
orilla de un camino durante más de treinta años. Un día pasó por allí un
extraño. “¿Tienes algunas monedas?”, murmuró el mendigo, estirando
mecánicamente el brazo con su vieja gorra. “No tengo nada que darte”, respondió
el extraño. Y luego preguntó, “¿Qué es eso sobre lo que estás sentado?”.
“Nada”, replicó el mendigo, “sólo una caja vieja. He estado sentado sobre ella
desde que tengo memoria”. “¿Alguna vez has mirado en su interior?”, preguntó el
extraño. “No”, respondió el mendigo, “¿Para qué? No hay nada adentro”. “Echa
una ojeada”, insistió el extraño. El mendigo logró entreabrir la tapa. Para su
asombro, incredulidad y euforia, descubrió que la caja estaba llena de oro.
Tú y Yo, en cuanto creyentes,
somos ese extraño que no tiene nada para dar y que invita a nuestro prójimo a
mirar en ese lugar tan cercano: dentro de cada uno mismo.
Voy un paso más
allá: Jesús es ese extraño que se nos acerca y que nos invita a mirar dentro de
nosotros mismos para descubrir la brillante joya del Ser y la profunda
e inalterable paz que se encuentra en ese lugar. Buscamos externamente plenitud, seguridad o, incluso, el amor… mientras en
nuestro interior tienemos un tesoro
que no sólo incluye todas esas cosas, sino que es infinitamente más grande que
cualquier cosa que el mundo pueda ofrecer.