Nos disponemos a atravesar una
semana intensa. Desde el domingo de ramos hasta el domingo de resurreción
iremos cubriendo los últimos momentos de la vida Jesús. No sólo los de Jesús, sino
también los vividos por su apóstoles (entre ellos Pedro y Judas), discípulos
(entre los que se encuentran María, su madre, y María Magdalena) y amigos (como
Lázaro y sus hermanas, Marta y María).
Jesús se presenta en Jerusalén
montado en un borrico, mientras sus discípulos lo aclaman: "¡Bendito el que viene como
rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto" (Lc,
19-40). Jesús es presencia, pues todo
lo que tenía que hacer ya lo había hecho y, todo lo que tenía que decir ya lo
había dicho. No sé yo si alguno de sus seguidores hubiesen preferido que la
entrada en Jerusalén hubiera sido de otra manera menos humilde. A estas alturas
de la película todavía había quién, a pesar de ver todos sus milagros y sus palabras, no acababa de entender bien su mensaje. Jesús ya les había
dicho claramente que le era necesario al Hijo del Hombre
padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes
y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días (Mc.8,31).
Sus seguidores no acababan de creerse en ese momento que seguirle les traería
aceptar en sus propias carnes sufrimiento y, a algunos, hasta la muerte. Jesús daría
en estos días la última lección, la de áquel que confiado y entregado
totalmente en Dios Padre, es capaz de soportar tan atroz tormento porque ÉL ESTÁ AHÍ… CONTIGO (Karl Rahner: De la
necesidad y don de la oración, en Dios, amor que desciende, pág. 62-64)
Y yo, ¿A quién aclamo
cuando me dirijo a Jesús el domingo de Ramos? ¿qué veo cuando miro a Jesús? ¿A
qué Dios veo cuando miro a Jesús? ¿A dónde me lleva el seguimiento de Jesús?
Seis días antes de la Pascua Jesús fue invitado a Betania, a la casa de Marta y María, hermanas de Lázaro, a quien Jesús había resucitado. Esta era una cena de amigos, una cena que olía a hogar y a cercanía. María de Betania realiza un gesto sorprendente hacia Jesús, un gesto que nace de la vida y del amor sinceros: “María tomó entonces como medio litro de nardo puro, que era un perfume muy caro, y lo derramó sobre los pies de Jesús, secándoselos luego con sus cabellos. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume” (Jn.12,3)
Aquella persona que entra
en mi hogar, ¿qué aroma recibe? ¿A qué huele mi casa? ¿cómo es la relación con
los de casa? ¿cómo es la relación con los invitados a nuestra casa? Cuando el
amigo está, ¿cuidamos la amistad?
Pero siempre hay quien no se entera de nada. Judas se queja: “¿Por qué no se vendió este perfume, que vale muchísimo dinero, para dárselo a los pobres? (Jn.12,5) Judas no ha visto ese gesto precioso de amor, Judás está distraido y, de alguna manera, ha roto ese momento mágico. Según van pasando estos días, Judás se va adentrando más y más en una oscuridad de la que es difícil salir. Comienza a vivir desde la suspicacia y la sospecha, y esto le lleva al miedo y a la inseguridad. Si Jesús es el “buen amor” y la confianza, Judas es el “mal amor” y la desconfianza: “¿Cuánto me daréis, si os entrego a Jesús?” (Mt.26,15) Judas se ha dejado llevar tanto hacía esa parte tan tenebrosa que ya no se deja afectar por la mirada de Jesús; se dejó tomar tanto por la oscuridad del mundo que impidió que la misericordia de Dios le alcanzara. Y es que todo aquel que quiera ir con Jesús, deberá recorrer las tinieblas de los propios pecados, deberá dejarse mirar por Jesús para romperse en un llanto purificador como le ocurrió a Pedro: “Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo.” (Jn.21,17)
En las situaciones en las
que vivimos el “mal amor” o en la sospecha,
¿Ponemos la mirada en Jesús? ¿me dejo mirar por Dios Padre? Dime tú, Jesús,
como ves la cosas, ¿en quién pongo mi confianza? ¿Cómo vivo la CONFIANZA cuando
en mi vida hay oscuridad, traiciones, suspicacias? ¿Cómo es mi relación con
Dios Padre en esos momentos? Solo quien confía
en la vida crece.
No nos olvidemos del poder político imperante en Jerusalén. Jesús, una vez arrestado, es llevado del Sanedrín a Pilato, de Pilato a Herodes, de… Ese movimiento de los poderosos que nos marea y nos cansa con sus leyes y con sus normas para seguir perpetuando la injusticia. En Judea, el poder político mata, crea desigualdad y pobreza. Situados en el centro de esta sociedad neoliberal de hoy en día, rejida totalmente por criterios capitalistas, donde se sigue generando desigualdad y más pobreza que nunca, donde mueren personas en el Mediterráneo por conseguir una vida digna que en su país natal le es negada. También hoy las políticas de los poderosos marean y cansan a todos aquellos que quieren hacer algo más.
¿Cómo ve Jesús nuestra
realidad? ¿Qué nos dice de nuestro mundo? ¿cuáles son las bolsas de 30 monedas
de nuestro mundo? ¿soy complice de todo esto?
A pesar de todo esto, como dice un periodista guatemalteco: “Estamos equivocados. Los cristianos no estamos amenazados de muerte. Estamos “amenazados” de resurrección. Porque además del Camino y de la Verdad, Él es la vida, aunque esté crucificado en la cumbre del basurero del Mundo…”
¿Qué signos de resurrección
hay hoy por doquier? ¡Son tantos, que no se conocen porque son muy humildes!
Sería maravilloso acabar este tiempo de Semana Santa contemplando los signos de
resurrección de nuestro mundo.