“Sh sh sh sh
sh sh sh sh… silencio” decía con voz firme y tranquila.
“Sh sh sh sh
sh sh sh sh… silencio” invitaba con un gesto amable y apaciguador, mientras su
dedo índice se acercaba a la arqueada sonrisa impresa en sus labios.
“Sh sh sh sh
sh sh sh sh… silencio” salía de su boca de manera dulce, mientras que una de
sus manos acariciaba suavemente mi cabeza
y se posaba sobre mi hombro.
“Sh sh sh sh sh sh sh sh… Silencio” …estoy contigo…descansa…déjate descansar…relájate…silénciate…
Estoy en su regazo.
Después de días intensos y de mucho ajetreo,
por fin, me dejo en sus manos.
Ya tenía ganas.
Aquí soy más YO.
Estando en este silencio tan bueno para mi alma,
no puedo parar de pensar en los silencios de nuestra vida
y, casi automáticamente, comienzo a enumerarlos:
Hay silencios
incómodos, pero también los hay agradables.
Hay silencios
cortos que parecen eternos, pero también silencios eternos que parecen cortos.
Hay silencios
dolorosos, pero también los hay alegres.
Hay silencios
que esconden mentira, pero también los hay que esconden verdad.
Hay silencios
ante cosas sencillas, pero también los hay de puro asombro.
Hay silencio
ante las pérdida, pero también los hay frente al encuentro.
Hay silencios
cómplices, pero también los hay compartidos.
Hay silencios
que provocan, pero también los hay que equilibran.
Hay silencios
para llorar, pero también hay silencios
para sonreír.
Hay silencios
que ocultan secretos, pero también los hay que protegen.
Hay silencios
que faltan al respeto, pero también los hay que respetan.
Hay silencios
poco silentes, pero también hay silencios
“sin ruido”.
Hay silencios
por timidez, pero también los hay por conciencia.
Hay silencios
por miedo, pero también los hay por valentía.
Hay silencios
por ignorancia, pero también los hay por sabiduría.
Hay silencios…,
pero también los hay…
Estoy a gusto en su regazo y…
y… sigo divagando sobre el silencio…
Hay un silencio
que se produce en la cabeza,
¡cuánto me cuesta acallarla!
Hay un silencio que se registra en todas las
células y órganos de mi cuerpo,
¡el silencio de mi respiración acompasada con la
Dios Padre!
Hay un silencio que me rodea y me envuelve,
¡Dios Padre me cubre con su mano!
Hay un silencio
que se produce en mi interior, en lo más hondo,
un silencio
que no es sólo mio, que me penetra y que me llena
¡Ese silencio me emociona, es el silencio de Dios
Padre!
Estoy en tu regazo Dios Padre,
GRACIAS, por acogerme.
Ya no hacen falta más palabras,
simplemente guardemos silencio.
Precioso, verdadero, lleno de sensiblidad. ¡Cuánto silencio necesito para ser yo de verdad, para amarme, para comprenderme, para abrirme a DIos! y cúanto silencio para acoger los acontecimientos de la vida, para no vivr desde a superficie, depistada!
ResponderEliminarShhh... y Dios me recoge en su regazo.
GRACIAS, Emilito