domingo, 17 de octubre de 2010

NI AYER NI MAÑANA

En cada semana existen dos días por los cuales no tendríamos que preocuparnos jamás. Dos días que tendrían que estar libres de temores y pesares.
Uno de ellos es el ayer, con sus errores e inquietudes, sus yerros, sus males y sus penas. Ayer se escapó de nuestras manos y ya se ha ido para siempre. Aunque se posea todo el oro del mundo no sería posible revivir el día de ayer. Por lo tanto, no podemos borrar ni uno solo acto de nuestro actos, ni quitar una sola de las palabras que hemos pronunciado en el ayer. Ayer no está ni estará nunca más.
El mañana es otro día por el cual no tendríamos que preocuparnos, aún con sus posibles adversidades, sus bellas promesas y la inquietud de sus realizaciones. Mañana está también fuera de nuestro alcance. Mañana el sol se levantará con todo su esplendor o con una pantalla de nubes, pero hasta ese instante no tenemos poder sobre mañana porque aún está por llegar.
Nos queda un solo día: el hoy.
Todas las personas pueden librar un combate de un solo día. Y ganarlo. Solamente cuando agregamos el peso de esas dos eternidades terribles que son el ayer y el mañana, es que estamos vencidos.
No son las pruebas del día las que preocupan al hombre, es lo que no se pudo resolver ayer y las dudas acerca de lo que nos pueda traer el mañana.
Vivamos, pues, un día a la vez y disfrutemos más de él.

(por Teresa Aseguín)

No hay comentarios:

Publicar un comentario