lunes, 21 de octubre de 2013

¿Una terapia peligrosa?

   Estoy en una sala cuadrada no muy espaciosa, haciendo una dinámica con unas cuarenta personas que no conozco. En este juego que por su rapidez me impide apenas recordar dos o tres nombres, se me acerca un compañero y a bocajarro me pregunta:

-          ¿Quién es Dios para ti?

   Me sorprendo contestándole de manera concisa y sin titubeo ninguno:

-          Es Aquel en quien me encuentro.

   Perplejo por mi respuesta, en ese instante comienzo a notar una serenidad y una alegría en lo más profundo de mi corazón. Me siento habitado por Aquel en quien soy.

  Cierro los ojos, respiro hondamente varias veces y un gesto precioso se empieza a dibujar en mi interior: es un abrazo.


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