3:7 Dijo luego el Señor: Bien he visto la
aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus
opresores; pues he conocido sus angustias,
3:8 y he descendido para librarlos de mano
de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a
tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del
amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.
3:9 El clamor, pues, de los hijos de Israel
ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios
los oprimen.
3:10 Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a
Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.
3:11 Entonces Moisés respondió a Dios:
¿Quién soy yo para que ir al Faraón, y sacar de Egipto a los hijos de Israel?
3:12 Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo;
y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto
al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte.
3:13 Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?
3:14 Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.
3:13 Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?
3:14 Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.
3:15 Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a
los hijos de Israel: el Señor, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham,
Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para
siempre; con él se me recordará por todos los siglos.
Te muestras tal y como eres.
Escucho tus palabras.
Siento “vértigo” ante lo que me propones.
Quiero conocerte,
quiero saber de ti,
pero... dudo ante las exigencias que tiene
seguirte;
me siento como el “joven rico”, mejor
dicho, el “joven inquieto”.
Al pensar lo que implica recorrer el mismo
camino que recorres,
las dudas nublan mi corazón
y esa calma paz de la que disfrutaba
Como hijo de mi tiempo me impaciento,
¿por qué te has fijado en mi?
¿qué quieres de mi?
¿qué...?
¿para qué...?
¿cómo recorrer el camino contigo
en un mundo en el que ya no estás de moda?
¿cómo vivir con la mirada que me ofreces
en un mundo con la mirada hacia otro lado?
¿cómo apostar por ti cuando
parece que todo está en contra?
De nuevo demasiadas preguntas.
Vuelves a hablarme con palabras de cercanía
y mi interior se vuelve a calmar.
Me dejo en tus manos.
Me pides que me fíe de ti.
Me quieres tal y como soy,
con mis fortalezas y con mis debilidades.
Te das a conocer,
pronuncias tu nombre
y eso hace que confíe en ti.
Te bendigo, Padre mio, en
todo momento.
Te doy gracias por hacer
camino junto a mi.
Dirigí mi oración hacía ti
y me respondiste
librándome de todas mis
ansías.
Contempladlo y quedaréis
radiantes,
vuestro rostro no se
sonrojará.
Gustad y ved que bueno es
el Señor,
dichoso el que se fía de
él.
3:16 Ve, y reúne a los ancianos de Israel,
y diles: el Señor, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y
de Jacob, me apareció diciendo: En verdad os he visitado, y he visto lo que se
os hace en Egipto;
3:17 y he dicho: Yo os sacaré de la
aflicción de Egipto a la tierra del cananeo, del heteo, del amorreo, del
ferezeo, del heveo y del jebuseo, a una tierra que fluye leche y miel.
3:18 Y oirán tu voz; e irás tú, y los
ancianos de Israel, al rey de Egipto, y le diréis: el Dios de los hebreos nos
ha encontrado; por tanto, nosotros iremos ahora camino de tres días por el
desierto, para que ofrezcamos sacrificios al Señor nuestro Dios.
3:19 Mas yo sé que el rey de Egipto no os
dejará ir sino por mano fuerte.
3:20 Pero yo extenderé mi mano, y heriré a
Egipto con todas mis maravillas que haré en él, y entonces os dejará ir.
3:21 Y yo daré a este pueblo gracia en los
ojos de los egipcios, para que cuando salgáis, no vayáis con las manos vacías;
3:22 sino que pedirá cada mujer a su vecina
y a su huéspeda alhajas de plata, alhajas de oro, y vestidos, los cuales
pondréis sobre vuestros hijos y vuestras hijas; y despojaréis a Egipto.
pronuncias mi nombre
y me das a conocer el tuyo.
Me ofreces hacer camino juntos.
Me dejo en tus manos en este caminar.
Me envías a vivir la vida desde ti.
¡No permitas que me olvide de ti!
¡No permitas que me avergüence de ser
seguidor tuyo!
Sabes que soy débil,
Hazte presente en mi debilidad
y renuévame por dentro con espíritu firme.
Dame la fuerza necesaria
para ser tu testigo,
para no dejarme llevar por el vacío que nos
rodea,
para gritar tu nombre a los cuatro vientos
y enarbolar la bandera en la esperanza de
un mundo mejor.
Frente a Egipto (explotación, guerras,
hambre...)
está la esperanza de la liberación de
nuestras miserias.
Infúndeme el valor necesario para cruzar el
mar Rojo,
para huir de las injusticias que nos
ahogan.
Que tu seguimiento nos haga mejores
personas
en el mundo en el que vivimos.
Que sea buen testigo tuyo.
Hazme un instrumento de tu
Reino.
Donde haya guerra,
yo (por medio tuyo) ponga la paz.
yo (por medio tuyo) ponga la paz.
Donde haya odio,
yo (por medio tuyo) despierte el amor.
yo (por medio tuyo) despierte el amor.
Donde haya tristeza,
yo (por medio tuyo) ponga alegría.
yo (por medio tuyo) ponga alegría.
Donde haya…
GRACIAS... Como decía Patxi Loidi, Moisés llevaba dentro de sí la Tierra Prometida. Dentro está la Voz, dentro el maná, dentro la luz... para poder regalar la riqueza que se descubre en el camino a otros sedientos y cansados.
ResponderEliminarCiertamente hay caminos que se recorren en el INTERIOR. ¡Qué difícil es crecer sin transitarlos!
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