domingo, 24 de noviembre de 2013

¿IR MÁS ALLÁ?



   La soberbia, la envidia, la gula, la lujuria, la avaricia, la pereza y la ira son los vicios del ego que nos mantienen atascados en nuestra vida sin posibilidad de crecimiento.

Podemos librarnos de ellos…

-          La SOBERBIA deja paso a la HUMILDAD.

-          La ENVIDIA deja paso a la CARIDAD, esto es, desear y hacer siempre el bien al prójimo.

-          La GULA deja paso a la TEMPLANZA.

-          La LUJURIA deja paso a la HONESTIDAD.

-          La AVARICIA deja paso a la GENEROSIDAD y a la satisfacción por todo lo que tenemos.

-          La PEREZA deja paso a la VOLUNTAD y compromiso de OBRAR bien.

-          La IRA deja paso a la PACIENCIA y a la COMPASIÓN no violenta.

   Así es como el reino del ego envenenado se convierte en un espacio dentro del cual podemos despertar.


Señor, ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes.
Y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.
Si me das fortuna no me quites la razón.
Si me das éxito no me quites la humildad.
Si me das humildad no me quites la dignidad.
Ayúdame siempre a ver la otra cara de la moneda.
No me dejes inculpar de traición a los demás,
por no pensar igual que yo.
Enséñame a querer a la gente como a mi mismo,
y a no juzgarme como a los demás.
No me dejes caer en el orgullo si triunfo,
ni en la desesperación, si fracaso.
Mas bien recuérdame que el fracaso,
es la experiencia que precede al triunfo.
Enséñame, que perdonar es un signo de grandeza.
Y que la venganza es una señal de bajeza.
Si me quitas el éxito dame fuerzas
para aprender del fracaso.
Si yo ofendiera a la gente
dame valor para disculparme,
y si la gente ofende dame valor para perdonar.
Señor, si yo me olvido de ti, nunca te olvides de mí.


(Oración sobre la HUMILDAD de Mahatma Gandhi)

martes, 19 de noviembre de 2013

Adora y confía

No te inquietes por las dificultades de la vida,
por sus altibajos, por sus decepciones,
por su porvenir más o menos sombrío.
Quiere lo que Dios quiere.
Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades
el sacrificio de tu alma sencilla que, 
pese a todo,
acepta los designios de su providencia.
Poco importa que te consideres un frustrado
si Dios te considera plenamente realizado, 
a su gusto.
Piérdete confiado ciegamente en ese Dios
que te quiere para sí.
Y que llegará hasta ti, aunque jamás lo veas.
Piensa que estás en sus manos,
tanto más fuertemente cogido,
cuanto más decaído y triste te encuentres.
Vive feliz. Te lo suplico. Vive en paz.
Que nada te altere.
Que nada sea capaz de quitarte tu paz.
Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos morales.
Haz que brote, 
y conserva siempre sobre tu rostro,
una dulce sonrisa, 
reflejo de la que el Señor
continuamente te dirige.
Y en el fondo de tu alma coloca, 
antes que nada,
como fuente de energía y criterio de verdad,
todo aquello que te llene de la paz de Dios.
Recuerda: 
cuanto te deprima e inquiete es falso.
Te lo aseguro en el nombre 
de las leyes de la vida
y de las promesas de Dios.
Por eso, 
cuando te sientas apesadumbrado, triste,
adora y confía.


(Teilhard de Chardin)

lunes, 21 de octubre de 2013

¿Una terapia peligrosa?

   Estoy en una sala cuadrada no muy espaciosa, haciendo una dinámica con unas cuarenta personas que no conozco. En este juego que por su rapidez me impide apenas recordar dos o tres nombres, se me acerca un compañero y a bocajarro me pregunta:

-          ¿Quién es Dios para ti?

   Me sorprendo contestándole de manera concisa y sin titubeo ninguno:

-          Es Aquel en quien me encuentro.

   Perplejo por mi respuesta, en ese instante comienzo a notar una serenidad y una alegría en lo más profundo de mi corazón. Me siento habitado por Aquel en quien soy.

  Cierro los ojos, respiro hondamente varias veces y un gesto precioso se empieza a dibujar en mi interior: es un abrazo.


lunes, 12 de agosto de 2013

Si quieres hacer reír a Dios...

No estéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber,
 ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir.
Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan
 y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta.
 ¿No valéis vosotros más que ellos? 
(Mt. 6,25)

Nos gusta planificar,
bueno... no lo he dicho bien,
nos han enseñado a planificar, acotar, medir con precisión.
Programamos nuestras vidas,
programamos nuestro trabajo,
programamos nuestras vacaciones,
programamos... programamos... programamos...
Nuestro afán de controlar es inmenso.

¿Dónde dejamos la "sorpresa"?
¿Dónde dejamos la "novedad"?
¿Dónde dejamos...?
Somos tan eficientes programando
que desvelamos cualquier sorpresa que puede traernos la vida.

A pesar de todo, las "sorpresas" existen y llegan.
Algunas buenas y otras no tan buenas.
A pesar de todos nuestros planes milimétricos,
la vida se encarga de hacernos saber
que es imposible controlarlo todo (¡pobres de nosotros!).

Amo la vida...
GRACIAS, Señor, por la vida.
Soy de los que programa,
pero me abro a las SORPRESAS
y las ACOJO con humildad (o eso quiero).
Hay muchas cosas, Padre bueno, que no puedo controlar, ¿y qué?

Amo la vida...
tal y como se me ha dado,
amo a mis padres con sus "achaques",
amo a mis hermanos tal y como son,
amo a mi pareja, compañera de camino,
amo a aquellos que me cuidaron y que cuide,
amo a aquellos que no supe cuidar,
amo a aquellos que no supieron cuidarme,
amo a aquellos a los que trate y me trataron,
amo a aquellos a los que no supe tratar,
amo a aquellos que no supieron tratarme,
amo a aquellos que perdí,
amo a aquellos que me perdieron,
amo a aquellos a los que encontré en mi camino,
amo a aquellos a los que encontraré,
amo a...
amo a Dios, mi Padre, que me abraza todos los días al despertar,
amo a...

"¡Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes!"
"¡Si quieres hacer feliz a Dios, ámate, ama y déjate amar!"


sábado, 8 de junio de 2013

Ama a tu prójimo como a ti mismo (Mt. 22, 39)



“Mucha gente pequeña

en lugares pequeños,

haciendo cosas pequeñas

pueden cambiar el mundo”

(Eduardo Galeano)



miércoles, 27 de marzo de 2013

¿El silencio de Dios Padre?




“Sh sh sh sh sh sh sh sh… silencio” decía con voz firme y tranquila.
“Sh sh sh sh sh sh sh sh… silencio” invitaba con un gesto amable y apaciguador, mientras su dedo índice se acercaba a la arqueada sonrisa impresa en sus labios.
“Sh sh sh sh sh sh sh sh… silencio” salía de su boca de manera dulce, mientras que una de sus manos acariciaba suavemente mi cabeza  y se posaba sobre mi hombro.
“Sh sh sh sh sh sh sh sh… Silencio” …estoy contigo…descansa…déjate descansar…relájate…silénciate…

Estoy en su regazo.
Después de días intensos y de mucho ajetreo,
por fin, me dejo en sus manos.
Ya tenía ganas.
Aquí soy más YO.
Estando en este silencio tan bueno para mi alma,
no puedo parar de pensar en los silencios de nuestra vida
y, casi automáticamente, comienzo a enumerarlos:

Hay silencios incómodos, pero también los hay agradables.
Hay silencios cortos que parecen eternos, pero también silencios eternos que parecen cortos.
Hay silencios dolorosos, pero también los hay alegres.
Hay silencios que esconden mentira, pero también los hay que esconden verdad.
Hay silencios ante cosas sencillas, pero también los hay de puro asombro.
Hay silencio ante las pérdida, pero también los hay frente al encuentro.
Hay silencios cómplices, pero también los hay compartidos.
Hay silencios que provocan, pero también los hay que equilibran.
Hay silencios para llorar, pero también hay silencios para sonreír.
Hay silencios que ocultan secretos, pero también los hay que protegen.
Hay silencios que faltan al respeto, pero también los hay que respetan.
Hay silencios poco silentes, pero también hay silencios “sin ruido”.
Hay silencios por timidez, pero también los hay por conciencia.
Hay silencios por miedo, pero también los hay por valentía.
Hay silencios por ignorancia, pero también los hay por sabiduría.
Hay silencios…, pero también los hay…

Estoy a gusto en su regazo y…
y… sigo divagando sobre el silencio

Hay un silencio que se produce en la cabeza,
¡cuánto me cuesta acallarla!
Hay un silencio que se registra en todas las células y órganos de mi cuerpo,
¡el silencio de mi respiración acompasada con la Dios Padre!
Hay un silencio que me rodea y me envuelve,
¡Dios Padre me cubre con su mano!
Hay un silencio que se produce en mi interior, en lo más hondo,
un silencio que no es sólo mio, que me penetra y que me llena
¡Ese silencio me emociona, es el silencio de Dios Padre!

Estoy en tu regazo Dios Padre,
GRACIAS, por acogerme.
Ya no hacen falta más palabras,
simplemente guardemos silencio.